viernes, 23 de enero de 2009

A la caza del ladrón

Hola, me llamo Teresa, y últimamente he vivido muchas aventuras, y me ha apetecido relatarlas, para que cada persona que las lea pueda viajar por el mundo sin salir de su habitación. Todo empezó un lunes lluvioso. Odio los lunes, y más si llueve. El caso es que fui a clase con cara de dormida, como todos los lunes. El profe de tecnología estaba explicándonos un rollo sobre los plásticos y como siempre, puse mis neuronas a bailar regaeton, porque en tecno las neuronas no pillan nada que no salga de la boca de Don Omar. Pues tan entretenidos nosotros, cuando nos dimos cuenta de que todos nuestros objetos de oro habían desaparecido, todo el mundo pensó que era una simple broma y que en el recreo cuando fuéramos a contárselo a Josetxu todo volvería a su lugar y todo quedaría en un susto. Pero no fué así, y el martes desaparecieron todas las pulseras y collares de plata. El miércoles todo el mundo fué a clase con el sandwich envuelto en una servilleta porque también había desaparecido de Frontera y Valverde el papel de aluminio, y a nadie le apetecía ir al Pinar solo por eso. Ya estábamos todos hartos el Jueves y el Cabildo contrató un detective privado, para capturar al ladrón de metales. El detective decidió pasar por los dos institutos y buscar aprendizes de detective. Les propuse a Mile, Andrea y Fati presentarnos a ver que pasasba y ellas aceptaron sin dudarlo. El detective, que resultó llamarse Peter (como el de la peli pero sin Pan) nos escogió porque según él, teníamos cualidades. Nos convencio para que fueramos a Nueva York en su avioneta, porque hasta allí le habían llevado las investigaciónes. Y allí estábamos nosotras, en Nueva York, sin papas con mojo, sin Chona y sin playa, pero con mil tiendas que visitar y un ladrón que capturar. In the night I heard a noise. I was very scared and get up the girls. She were very scared too and we don't sleep in the night. At 12 o'clock we see a thief and he run very away, but he forgot a bag in our room. In the bag had all the metals. We return to Frontera, allí todos nos felicitaron y le dimos cada cosa a su dueño, fué inolvidable, y a parte nos compramos muchísima ropa chula.

Tere Pitti 2ºA



Estaba yo, un día tranquila paseando por la calle, cuando recibí la llamada del inspector Juan Carlos. Me informaba de un caso bastante curioso; un hombre había robado cuatro objetos diferentes: un trozo de la corona de la estatua de la libertad (que está hecha de hierro), una campana de la catedral La Almudena en Madrid (la campana está hecha de bronce), monedas muy raras de dos euros de un museo de Alemania (hechas de níquel) y todos los casquillos de las bombillas de un hotel de China (los casquillos de las bombillas están hechas de latón).
Me extrañó bastante que me encomendara ese caso a mí, ya que sólo soy una detective novata, pero no dudé en aceptar la oferta, ya que así conseguiría subir mi puesto de una vez por todas (si lo conseguía, claro).
Al día siguiente, decidí empezar con el caso, así que hice un viaje a Nueva York, para ser exactos, me dirigí al lugar donde había ocurrido el suceso, es decir, a la estatua de la libertad. Con las prisas y los nervios, no me dí cuenta de que allí no hablaban español, así que tuve que hablar lo poco que sabía de inglés. Encontré a una chica que miraba y sacaba fotos a la corona de la estatua, le toqué por detrás, crucé los dedos (deseando que mi pronunciación saliera bien) y empecé a hablar con la chica:

-Excuse me! I’m a detective. Can you answer me some questions?

La chica parecía nerviosa, pensé que lo había dicho mal, pero al fin contestó.
-Yes, I can.

-Ok, thanks. Have you seen a suspicious person?

Al hacerle esa pregunta, la chica puso cara como si la estuviera acusando a ella.

-Yes, I saw a person with a blue jeans, red t-shirt and white trainers.
-When do you see him?
-Yesterday.

Por ahora, todo encajaba, pero seguía sin tener pruebas.

-And... Have you seen something more?
-What?

La chica no me había entendido bien, me lo imaginaba, porque lo dije muy confiada. Se lo repetí más lentamente.
Después de repetírselo, la chica asintió con la cabeza, ésta vez si me había entendido bien (menos mal).

-Well... The man was rushed; he ran and fell a brochure.

Empecé a ponerme nerviosa.

-What did you with the brochure?
-I look the brochure, and he left...

Me estaba acercando a mi nuevo sospechoso, así que la interrumpí.

-And... What happened?
-I saw a photo of the Almudena Cathedral.

Le dí las gracias a la chica y llamé al inspector Juan Carlos. Hablé con él y me informó de que por ahora estaba haciendo un buen trabajo, y también de que la catedral La Almudena estaba en Madrid. Estaba muy emocionada, ya había avanzado mucho en mi caso. Decidí tomar un avión a Madrid. Me dirigí directamente a la catedral La Almudena. En ese lugar no tuve problema con el idioma.
Paseando por La Iglesia encontré a una anciana que estaba rezando. No quería molestarla, así que esperé a que acabara. Al acabar le hice unas preguntas:

-Perdone, no quiero molestarla pero...
-¿Quién es usted? ¿Le conozco?

-No, no me conoce. Soy una detective y solo quería saber una cosa. ¿Ha visto usted a alguna persona extraña últimamente?
-¿Lo dice por lo de la campana?
-¡Sí! ¡Eso es! ¿Usted sabe algo?
-En realidad, yo no, pero el cura si lo sabe.
-¿Y dónde puedo encontrarle?

-Al salir de aquí, verás un bar, al lado del bar hay un hotel, vive en el piso tres.
-Muchas gracias, señora.
-De nada, es un gusto hablar con gente tan joven a mi edad, y sobretodo sabiendo que estoy ayudando en una osa importante.
-Bueno adiós, mil gracias señora.
-¡No hay de qué!

Cada vez me acercaba más al culpable. Seguí las indicaciones y llegué al apartamento. Cogí aire y le toque la puerta.

-Hola, ¿Quién eres? ¿Puedo ayudarte en algo?
-Hola, soy detective, y sí, sí me puedes ayudar.
-Pase, por favor.
-No, lo siento. Me gustaría acabar rápido.
-¿Acabar de qué?
-¿Podría hacerle unas preguntas?
-¿Por lo de la campana?
-Sí...
-Bueno, ya que parece que tiene prisa se lo diré rápido. Yo estaba dormido, pero oí el ruido de unas campanas y me desperté. Me asomé por la ventana y lo vi claramente: Un hombre con unos vaqueros azules, una camiseta roja y unos tenis blancos estaba...
-¡SÍ!
-¿Ocurre algo?
-No, siga por favor.

La ropa encajaba con la chica de la estatua y eso me ponía muy contenta porque tenía más pruebas.

-Bueno... Pues el hombre estaba sacando la campana de una forma bastante rara.
-¿Y sabe dónde iba?
-No, lo siento.
-No pasa nada. ¿Vio algo más?
-Nada importante, cuando se fue se llevó la campana en un camión, intente detenerlo, pero me tiró una moneda de dos euros bastante rara en la cabeza.
-¡Gracias! ¡Muchísimas gracias!
-De nada.

Volví a hacerle una llamada al inspector Juan Carlos, se lo expliqué todo y me dijo que por ahora todo encajaba perfectamente. Mi siguiente destino era Alemania.
Ese mismo día fue cuando hice mi viaje a Alemania, pero al avión llegó al día siguiente; yo me dormí en el avión (menos mal, porque estaba muy cansada).
Al día siguiente, fui directamente al museo de monedas muy raras de dos euros. Tuve que hablar inglés porque no sé alemán (hablé con el dueño del museo).

-Excuse me! Can you answer me some questions?
-Who are you?
-I’m a detective.
-Ok. Start!
-Have you seen a suspicious person?
-Yes, I saw the offender. He wears blue jeans, red t-shirt and white trainers.

Que todos dijeran la misma ropa no podía ser una coincidencia.

-When do you saw that?
-The day before yesterday.
-Good!
-What happened?
-Nothing, nothing. Thank you for your help. Bye!
-Your welcome. See you!

De nuevo, llamé al inspector Juan Carlos. Estaba muy contento conmigo, en muy poquito tiempo había conseguido hacer muchas cosas. Yo estaba tan emocionada que me subí en un taxi y me fui al aeropuerto más cercano.
Llegué a China y, rápidamente cogí otro taxi y me dirigí al hotel donde habían robado los casquillos de las bombillas.
Cuando llegué al hotel pregunté a todos los que trabajaban allí, pero nadie había visto nada. Pregunté en los alrededores, pero nadie sabía nada. Estuve toda la tarde buscando a alguien que supiera, pero nada...
Justo cuando creí que no iba a avanzar más, oí una voz. Me giré; un hombre estaba acurrucado en el suelo y empezó a hablarme:

-Chinchanchunchigiincrelu (Eso fue lo que le entendí).

-Can you speak English, please?
-Oh, sorry. Ok... I saw the offender. He wears blue jeans, red t-shirt and white trainers.
-Really?
-Yes, yes! I know where is him.
-Really? Are you kidding?
-No, no! I know where is him.
-Why didn’t you tell me it before?
-Because... I have got fear.
-And... Where is him?
-Go straight and then turn right. There is a clothes shop next to that.
-Thank you! Thank you! Thank you! Thank you very much! Bye!
-Good luck and I wish you the best!

Estaba muy emocionada, ¡por fin!, lo había conseguido. Seguí las indicaciones del hombre y llamé al inspector Juan Carlos. Se lo conté todo y al cabo de media hora ya había un montón de policías preparados para el ataque. Tiraron la puerta de una patada y allí estaba el hombre con los vaqueros azules, la camiseta roja y los tenis blancos. El hombre tenía todas las cosas robadas a su alrededor, se quedó en blanco cuando vio a tantos policías y le detuvieron.
Todo había salido bien: había conseguido detener al hombre y ahora está en la cárcel, las personas que ayudaron a resolver el caso fueron muy bien recompensadas y yo había pasado de ser detective novata a detective veterana (sobretodo por hacerlo en un tiempo récord).

Pero, lo mejor de todo fue, que me había ganado el respeto de mucha gente y había quedado como una heroína.

Sandra G.Z. 2º B